¿Para qué sirve realmente un carrera?
Uno de los grandes desafíos de la educación es articular los conocimientos académicos en su formato tradicional con los nuevos modos en los que los jóvenes se vinculan en la actualidad. Así se buscan nuevas formas que permitan, por ejemplo, acercar construcciones teóricas aparentemente lejanas con experiencias de la vida cotidiana.
En la Argentina se ofrecen mas de mil carreras. Salvo para aquellos jóvenes con una vocación muy definida, un verdadero laberinto, hoy manejable gracias a Internet.
Pero en el análisis de las propuestas no se trata sólo del título al que se aspira; otras consideraciones como la Universidad o facultad, su localización, el plan de estudios, duración, turnos, aranceles, becas indiscriminadas o sujetas a determinados requisitos son factores para tener en cuenta en la elección. Sin duda, una de las primeras decisiones importantes en la vida del joven que quiere llegar a ser profesional.
Cada cual verá cómo recopilar la información necesaria, sea la que brinda la Universidad, sea la resultante de conversaciones con los padres o parientes, con alumnos o graduados universitarios, con profesores, eventuales empleadores, etcétera.
Hay, sin embargo, una pregunta previa: ¿qué es una carrera? O como se estila preguntar hoy: ¿para qué sirve? Ambas preguntas están justificadas, pues si algo está claro para el futuro graduado es que deberá destinar durante varios años de su vida ingentes esfuerzos al estudio la reflexión, a superar exitosamente múltiples exámenes, y demostrar y demostrarse que es capaz de iniciar y llevar a feliz término el desafío encarado. Una carrera es la oportunidad única para tratar de comprender, al menos en parte, el mundo en que el joven está viviendo, y a conocer y manejar la disciplina troncal alrededor de la cual gira el plan de estudio elegido. ¿Para qué sirve? Muy simple: para aprender a pensar, escuchar, diagnosticar problemas, encontrar soluciones, argumentar y fundamentar opciones; en síntesis, para conocerse a sí mismo, formar su carácter, detectar su potencial y sus limitaciones.
Si todo esto lo hace bien es harto probable que encuentre muchas oportunidades para un ejercicio profesional creativo, incluso como emprendedor, funcionario, dirigente o político. Y su esfuerzo habrá valido la pena para él y para la sociedad en la que va a actuar.
Por Francisco F. Von Wuthenau – Para LA NACION